No llores, María, no llores. No derrames ni una sola lágrima.
Hablarme a mí misma no es psicosis. Es a modo de Valium, para apaciguar las aguas.
El problema no es inseguridad. No es mi carencia de sentido común. No es siquiera terquedad.
Es la falta de autoridad que tengo sobre mí misma. Y es por ello que una decisión en mí jamás es definitiva.
Si ya es sabido que nunca nada será suficiente, debería de entenderlo. Someterme a la cruel verdad, asimilar que haga lo que haga, no va a bastar -porque para algunos nunca nada será suficiente-.
Pero, repitiendo hasta el hartazgo, es falta de autoridad, de respeto sobre mí misma lo que me aqueja.
No hay ningún santo y seña, no hay palabras mágicas, no hay siquiera un código morse que borre este ser de mí.
De repente, creí que era algo que iba a desaparecer con los años. Que la madurez iba a hacerme tal cual, igual a resto. Porque yo, en el fondo, siempre quise ser igual a los demás.
Todos estas emociones, todo este ser sensible, vivir tan a flor de piel me llevan a ver la vida desde otra óptica. Reparar en cada palabra utilizada, analizar cada ademán como un signo visible de personalidades ajenas. Que me han llevado a mandarme tantas cagadas...
Es casi padecer de ciclotimia. Es nunca tener certezas -y siempre tener miedos-. Porque una decisión nunca es definitiva.
Correr. Y no frenar hasta Dolores. Esa es la sensación.
¿Quién carajo te dio un lugar?. Si siempre hubo que gritar y hacerse valer.
Rayadísima, sí. Pero estos pulmoncitos siempre supieron cómo actuar. Dirigieron la batuta y fue menester bajarles un toque el copete porque -siempre, también- se iban de mambo. Por eso soy así, un torbellino. Y sí, una carencia absoluta de medidores de consecuencias.
Sinceramente, ya no tengo ganas de poner mi empeño para filtrar los pensamientos. Quien quiera oír, que lo haga. Al que le quepa el zapato, que se lo pruebe. Ya estoy pasada de rosca, ya ha pasado mucha agua debajo del puente. Ya me he cuidado, ya he sido benevolente, he pensado en quien tengo en frente y protegerlo de mis ganas de escupir mis ideas.
Ya lo hice, y como me hinchado las pelotas de que todos escuchen y no oigan, ahora voy a empezar a cagarme en todo. Yo lo lamento, evité por todos los medios llegar a esto, pero el vaso se ha rebalsado.
Y a quien no le guste, bien puede cortar todo tipo de trato para conmigo.
No me va a dar pena.
No llores, María, no llores. Derriba de cuatro tiros todo ataque a la emoción.
No derrames ni una lágrima. Sé más fuerte. Reíte. Corré, corré hasta Dolores, sin parar. Y no te des vuelta a mirar.
Se hace la remake de "La Banda del Golden Rocket". A vos, ¿cuál te gustaría que vuelva?
diciembre 31, 2010
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