Se hace la remake de "La Banda del Golden Rocket". A vos, ¿cuál te gustaría que vuelva?

febrero 23, 2010

ANGUSTIA ORAL

Mejorar es guardar en un cajón. Es pegarse un porrazo y seguir.


Mi angustia oral es distinta a las otras, a la tradicional. Pasa por otro lado.
Mi angustia oral es escribir. De un modo catársico.
Escribo porque se me sale. Para volcar todo lo que me pasa por la cabeza, para ordenarla.
Escribo cuando estoy mal, cuando estoy triste, si me siento defraudada, cuando estoy enfadadísima, cuando estoy a flor de piel. Escribo cuando tengo ganas.
Escribo porque me hace bien. Porque creo que tengo algo para decir. Aunque sea tonto, aunque sea poquito. Lo hago para no empeorar.
A modo de reveer lo que me preocupa, lo que me enferma, lo que me saca y lo que me supera. Escribo para no seguir actuando, para cortarla. Que quede ahí. Escribiendo hago y digo lo que quiero, y no lastimo a nadie. El papel, total, no va a abochornarse si uso palabras fuertes, si subo el tono. No se va a a ofender.
Escribiendo soy feliz, completa.
Escribir, para mi, es mejorar. A veces, guardar en un cajón. Lo que me plazca. Cajoneo asuntos -les doy el punto final-, así. Los que retrasan mi sueño y me dejan en vigilia pura.
Escribir es mejorar para avanzar. Otras veces (que son la mayoría), es para no guardar.
No guardar para no amontonar. Sacar afuera. Hacer saber. Para no manotear lo primero que aparezca al discutir. Para no echar en cara. Para decirlo en el el instante preciso. Y que sea precioso, por no guardar.
Dejar salir. A correr los sentimientos más íntimos, más personales. Para despertar al lado de la conciencia limpia. Para que no pese. Y así, poco a poco, mejorar. Para saber sonreír, para progresar yendo al paso de los años y no dejar de sonreír, y nunca claudicar.
No dejar de intentar ser. Lo que se quiere, lo que se busca. Y así, ir mejorando.

febrero 22, 2010

QUE TE CONVIERTAS EN ESTATUA

Fui a la plaza. Y había una fuente. Tenía monedas; entre ellas, tenía una de cinco centavos. Y pensé que estaría bien pedir un deseo. Por tal acción no sería condenada por la sociedad.
Pedí que te conviertas en estatua.
¿En estatua?. Si, eso dije, ¿qué te sorprende?. Si, en una estatua de piedra. De piedra bien dura, irrompible.
Me fui y seguí mi vida. Sin que aquel deseo que pedí aquella tarde en aquella plaza, la alterara. Prácticamente había olvidado lo que había hecho.
Pero te convertiste en estatua. Y mi vida se alteró. Y recordé lo que había hecho.
Fue ahí cuando te internaron.
No podían explicarse qué padecías, que tenías, pero parecías una estatua.
¡Te convertiste en estatua!. Y nadie, nadie entendía cómo ni por qué, excepto yo.
Me sentí hiper poderosa. Entendí que estabas en mis manos. Y como yo siempre te llevé en el bolsillo izquierdo de mi camisa, tal desplazamiento me llevó a salir corriendo hacia la plaza.
Un simple e inocente deseo te había trasmutado en piedra. Fue así que formulé mi nuevo deseo: pedí que te conviertas en una persona de carne y hueso, de nuevo, como eras antes.
Y ya que estaba frente a una fuente cumplidora -y vaya uno a saber cuándo podía regresar, pues tenía una semana muy ajetreada-, pedí por la paz mundial, la democracia plena, la erradicación de mediáticos de las tardes chimenteras y un guardarropas nuevo, entre otros. En todos mis deseos gasté un total de $3, 05.
Y entonces vine hasta acá, a verte.
Y ahora, Lisandro, estoy enfrente tuyo, contándote la verdadera razón por la cual te convertiste en estatua.
¿Me perdonas?.

febrero 12, 2010

PIEDRA LIBRE

Si hago el debido silencio, podré escucharlos. Pero ellos no me quieren dejar entrar, no sé por qué.
Argumentan que no quieren gente tan alta, o que guste de mates amargos.
Pero yo les digo que aquello es lo de menos. Me puedo amoldar.
Ahora argumentan que no desean que cambie mi esencia por ellos. Yo les dije, si no les gustan mis principios, tengo múltiples, puedo modificarlos, en el mejor de los casos. Puedo dar lo mejor de mí, lo que crean necesario.
Dicen que no son ninguna clase de secta, que no les interesa integrar más a nadie y para colmo, dicen que menos a mí.
¿Podré denunciar discriminación?, nunca me creerían.
Yo voy a seguir haciendo silencio de monasterio, total, otra no me queda.
Me gusta verlos bailar.
Hagamos una trinchera, escondida, de modo tal de que no perciban nuestra presencia.
Amo ver cuando bailan, cuando realizan esas cosas que yo hice durante tanto tiempo y creí haber olvidado.
Ellos me dan paz, y me gustaría que te la den a vos, también. Míralos.
¿No te hacen feliz?, ¿no te roban, acaso, una sonrisa?.
¿No te dan ganas de ser como ellos, aunque sea por un ratito?.

SOLTAR (comportamientos repetidos)

Y, de repente, aquéllos que eran los nuestros -tan especiales-, se convirtieron en lugares comunes.
De un tiempo a esta parte, los bastardeé (no adrede; fue sin darme cuenta), les quité todas sus cuotas de exclusividad, los retiré de mi consciente y se transformaron en simples, en lugares de paso.
Fue sin notarlo, sin darme cuenta que dejé de quererte, de aquel modo. Ese en el que yo sola te quería, y nadie más.
Sin percibirlo, te fuiste borrando de mí. Dejé de pensarte, de recordarte. Por eso, los que eran nuestros lugares, dejaron de ser propios. Ya nos los recuerdo así, ya no los pienso. Y del mismo modo, ya no te pienso.
Suena agresivo, suena violento. No es mi intención. Es como me sale. Como siempre. Está en vos cómo tomártelo. Como siempre. Espero que sea con esa afectuosa y sensata benevolencia que tenías para conmigo.
Ya no te voy a recordar tan seguido. Por lo menos, ya no te recordaré al pasar por nuetros antiguos lugares. Prescribieron. Prescribiste.
Tácito en mi cabeza, me sorprenderé al encontrarte, al momento en que mi inconsciente me juegue en contra, y aparezcas.
Voy a seguir tus consejos, de todas formas. Nunca voy a dejar de escribir porque es lo que me da placer (aunque ya no te nombraré más, perdiste protagonismo).
Voy a dejar el ocio, teniendo presente de modo constante que no vivo en Grecia, ni soy sofista.
Voy a buscar un tipo que no se te parezca, como siempre me dijiste. Uno decente, un tipo como la gente, que no tome los domingos ni se crea Robin Hood.
Algún día vas a ser feliz, estoy segura. Que parte de esa felicidad corresponda al pequeño -minúsculo- aporte que hice en tu vida. Como parte de mi felicidad, es tu fruto.

LA NIÑA BURBUJA

Si quiero, puedo vivir en una burbuja. De hecho, lo hago bastante seguido.
Vivir así es una buena técnica para no contaminarme, y seguir mi camino hasta lograr mi cometido: cambiar el mundo.
Descubrí que mi granito de arena para cambiar el mundo será no ser abogada, sino Licenciada en Filosofía del Derecho.
Pero también me repiten hasta el hartazgo que estoy perdiendo mi tiempo y que debería estudiar Radio, o estar en los medios.
Así que, estoy en Babia, estudio Derecho, y no Abogacía.
De alguna manera, voy a hacer de éste, un mejor lugar para vivir.
Seguiré cediendo asientos en los colectivos, explicando Teoría del Delito ad honorem, bancándome estoicamente los llamados de los pobres telemarketers que ofrecen artículos que jamás compraré. Llevaré a un linyera a vivir a mi casa, voy a salir más temprano y barrer las veredas, dejaré que mis vecinos se cuelguen del cable, voy a darle de comer a los perros de la calle y contaré cuentos y chistes en hospitales y geriátricos.
Voy a contribuir para formar un arenero en el que todos podamos jugar.

DE BUENA FUENTE

Cuando yo empecé este blog no tenía la más pálida idea de qué línea seguir.
No sabía que podría escribir tantas cosas.
Ni siquiera hice este blog para siempre. El Gacetín Macanudo fue un capricho de un día. Porque se me cantó, porque me pintó.
Tampoco tenía siquiera cosas para subir. No me animaba a mostrar lo que ya tenía escrito. Porque yo escribo con rigor, como si fuese un trabajo, desde mi primer viaje a Rosario. Porque estaba aburrida. Porque tenía ideas que ya no quería que convivieran más conmigo.
Por eso, acá estamos, desde el 2006, coexistiendo. El Gacetín & yo.
Y nunca apareció una línea a seguir. Siempre fueron cosas que se me ocurrían, y por suerte, tuve a mano un cacho de papel para bocetearlas.
Ideas que se han escapado, millones. Aunque ahora lleve siempre conmigo un anotador.
Para mi, este lugar -que físicamente casi ni existe, sólo es una combinación de números vaya a saber uno dónde- es mi rincón en el mundo. Escribir acá me hace un toque más feliz. Y 1/4 más liviana.
Que se me ocurra una idea para El Gacetín, me roba una sonrisa. Aunque la mitad de los tópicos surjan de mis broncas más iracundas, de mis miedos más ocultos, de mis ideologías más profundas.
Es que todos sepan todo, sin que yo se los haya contado.

Entradas populares