Se hace la remake de "La Banda del Golden Rocket". A vos, ¿cuál te gustaría que vuelva?

diciembre 08, 2010

JUAN MATRIOŠKA (el canto de la sirena)

En los últimos tiempos estuve bastante cosmopolita. Entre los muchachos de El Salvador, los ingleses (a los que les hice La Mano de Dios, en vez del típico "osooo!"), el reciente francés y mis expediciones por el mundo a través de la vida de otros, puedo decir que el mundo está aquí, en mi palma izquierda.
Mas te mentiría si no reconozco que hubo un antes y un después en éste, mi periplo desde la comodidad de Buenos Aires.
Ivan Zaitsev, el ruso, alias Juan Matrioska.
Ivan me arribó con un vaso de fernet, al grito de "A por ellos, a por ellos". Debía de creer que somos todavía colonia española, de modo que le frené el cántico, argumentando que si seguía diciendo boludeces algún fanático ferviente del fútbol, o cualquier cristiano harto del ruso nabo, iría a surtile unos buenos golpes.
En un castellano rico, me pidió que le enseñase la canción correspondiente:
-"¿Vos enseñarme la canción del fútbol?"
Yo, que hubiese accedido aunque me hubiera pedido algún encuentro carnal de cualquier tipo, me puse a cantar ahí nomás, y como si hubiese nacido para ello "volveremo', volveremo', volveremos otra vez, volveremo' a ser campeones como en el '86".
Será que en Rusia las minas no cantan canciones de cancha -eso de estar tan cerca de la Siberia y ese frío espantoso que tienen permanentemente debe de hacerlas algo frígidas emocionalmente-, o que Juan Matrioska carece de buen gusto (o simplemente tenía demasiado fernet acumulado), pero mi canto lo emocionó. Lo enamoró, más bien.
Y fue a partir de ese canto en que el ruso Ivan se convirtió en Juan Matrioska.
A partir de ese canto, tres litros de cerveza, fernet y unos cuantos vodkas.
-"Yo ser rusio. Argentina elegí porque yo quiero conocer latina. Yo Ivan Zaitsev. Ivan es su Juhan"
Ese fue el speech del ruso. Eso fue lo que dijo en su español paupérrimo.
-"Ah, los Ivanes en Rusia son lo que acá nuestros Juanes"

Pareció que hubiese dicho "te ganaste el gordo de Navidad", porque al terminar de decirle este silogismo estúpido (y llamarlo silogismo es una falta de respeto para la Lógica), Juan Matrioska aplaudió, me subió a la barra y agitó a la gente para que arengue. Faltó que gritara "el que no hace palma, no banca los trapos".
Sentí miedo. Un ruso acoholizado (y eso que los rusos deben estar siempre borrachos, si toman vodka todo el tiempo para calentarse, porque están muy cerca de la Siberia, y por ese frío espantoso que tienen siempre) hacía un cortejo de levante patético.

No hubiese sido tan terrible de no haber sido por la máquina de humo.
Vieron que en todo lugar pedorro de clase C hay una pedorra máquina de humo que asfixia y te llena el lugar de olor a crematorio (que nunca mide más de 4 m2, sino no se notaría el humo de fantasía). Se ve que en Rusia no hay máquinas de humo -y sí, con ese frío de mierda que tienen siempre, los boliches deben estar llenos de niebla, o cómo catzo se llame el fenómeno climatológico que los afecta-, porque cuando el nabo del tipo ese que se cree músico porque engancha temas (sí, el disc-jockey; léase: disc, jockey), puso la máquina en funcionamiento -y seguro a toda potencia, debe creer que tiene onda-, Juan Matrioska se puso pálido (más de lo normal, y eso porque están muy cerca del Polo, ni sol tienen, y encima el comunismo no les funcionó, una pena), y creo que por un instante, perdió la conciencia. Yo cuento en esta parte de la anécota también, pero de pura maldad, que el ruso se hizo pis encima del miedo.

-"Are you okey?", si, soy casi poliglota. Un toque me preocupé por el ruso. Quizás hasta me podría casar y tener la cuidadanía europea (¿está Rusia en la UE?, con el frío que hace y por estar tan cerca de la Siberia, yo no los dejaría entrar).

-"¡VAMOS A MORIR TODOS!", gritó el ruso atrevido, "¡FUEGO, HUMO!". Ahora le salía el castellano. Seguro era de Glew el ruso.

Acto seguido, salió corriendo. Yo lo seguí a ruso, era obvio que me iba a reír mucho.

Lo encontré corriendo por la vereda de Alvarez Thomas. Hasta que se refugió en un puesto de diarios. Pobre canillita, recién levantado, escuchando un ruso que decía que el boliche se había incendiado, que llamara a los firefighters.
Por suerte llegué, a tiempo para decirle al canillita que era todo mentira, que el ruso se había tomado hasta el agua de los floreros y que todo había sido producto de una máquina de humo berreta.

-"Pibe, volvete a la Siberia", le dijo el canilla. Un maestro, un capo. Chapeux al hombre éste.

El ruso se sentó en el zaguancito de una casa de esas que abundan en Colegiales.

-"Perdona, creó que era fuego"

-"No, está todo bien, Ivan. Vamos a ver si nos dejan entrar de nuevo sin garpar"

La verdad, hubiese preferido cruzarme con el Ruso Suar, más que con Juan Matrioska. Me parece que hubiese sido más divertido.
Nunca, nunca se me va a cruzar por la mente ir a Rusia. El problema es que está muy cerca de la Siberia...

1 comentario:

Alejandro Bianco dijo...

y la parte que te comias al ruso?? jaja

buenisima la historia, queremos mas historias de esos monstruos siberianos!

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