NO ME NOMBRES

Hace unos años, andaba con un tipo que le ponía nombre a sus cosas.
Ahí me tendría que haber dado cuenta. Pero, como siempre, o no quiero ver la realidad que tengo frente a los ojos, o soy medio tarada.
La primera vez que fui a su casa, me presentó a Rolo y a Mabel. Yo esperaba gente. Personas, seres humanos. A lo sumo, mascotas.
Eran su televisor y heladera, respectivamente.
No podía menos que estar sorprendida. Jamás había conocido a alguien que nombrara a sus electrodomésticos. Pero como el mundo es una caja de sorpresas, y hay cada loco suelto, bueno, traté de retener los nombres de los artefactos.
Así terminó sucediendo que conocí a Mirta, la cocina. A Ernesto, el equipo de música. A Lucía, el lavarropas. A Carlos, el calefón.
La soledad produce actitudes raras en las personas.
Todo cambió cuando adoptó un perro.
Pregunté cómo andaba Mabelita, y no tenía idea de quién hablaba.