Se hace la remake de "La Banda del Golden Rocket". A vos, ¿cuál te gustaría que vuelva?

mayo 08, 2009

UNA PIZCA DE ESPERANZA

Siempre creí en la "ilusión del indulto", que aprendí del libro de Frankl, "El Hombre en Busca del Sentido". Viktor dice que existe un estado de ánimo, en psiquiatría, según el cual el condenado a muerte, en el instante anterior a su ejecución, concibe la ilusión, la fantasía de que le indultarán en el último segundo, salvando así su vida.
Esto es análogo a lo que concibo del acontecer de las cosas. Nada está nunca del todo dicho, a último momento, pasará algo que va a cambiar todo. No interesa cuán incorporado tenga el suceso de un hecho cierto. No importa, es muy posible que no suceda, o que suceda todo lo contrario.
La mayoría de las veces suele no pasar pero, cuando pasa, me regodeo en mi INCREÍBLE y PULIDA hipótesis sobre el devenir de mis simples historias mundanas.
Ojo, tampoco soy tan trágica. Lo hago con aquello que perturba mi calma (que más que un estado, es mi forma de vida), lo pienso con esas cuestiones.
El destino. Es cierto que tiene escrita nuestra vida entera. Como el Corán dice: "está escrito". También lo dice el Apocalipsis. Y ahora lo digo yo, mirá como me la creo.
De todas formas, hay cosas que le escapan a mi criterio. A veces, muy de vez en cuando, vivo situaciones que, de habérmelas vaticinado con anterioridad, no las hubiese creído. Que me iba a pelear con esa amiga; que iba a haber un tipo que me comprara el coure; que la persona más simple que conocía, se comportaría de modo tan complejo e imprevisible.
Y también hay otras que me sorprenden, y hacen que me trague mis palabras: que mi mejor amiga me iba a secundar en TODAS; que al final lo mio son premoniciones y no indicios; que todo lo que das, vuelve.
Creo firmemente que cuando uno logra lo que quiere, hay encantos que se diluyen. Y si, es lógico. Todos tenemos una couta de sueños que alimentar, y cuando están pipones, no sabemos que hacer. Y nos frustramos. Y ya dije que frustrar me duena a frula. Y no está bueno.
Los encantos se diluyen porque las cosas no son exactamente lo que creemos. Yo no soy tan reventada como sueno, ni tan despiadada con la gente como parece. Esto nos suele pasar porque nos creemos prototipos de seres superiores, el progreso de la juventud in crescendo, el leit motiv de la aristocracia intelectual, y niños índigo; que todas nuestras ideas son verdades absolutas, y que los dichos del otro son motivo de risa y terminamos dándonos cuenta que otra vez la pifiamos. Que en nuestro camino nos quedan muchas cosas por conocer, que nuestras verdades absolutas no son otra cosa que hipótesis que nos faltan pulir y que, en realidad, estamos más cerca de ser nenes de pecho que seres superiores.
Lo bueno es que cada vez que un encanto se diluye, subimos un escalón. Uno no puede vivir soñando, idealizando. Uno tiene que vivir, a prueba y error, ajustarse los zapatos y ponerse a bailar. Total, siempre se van a diluir los encantos, y tenemos que aprender a procesarlo. Siempre va a existir un motivo para ser infeliz, para bajonearse y ver todo negativo. Pero busquemos los motivos para ser felices, que deben de haber muchos.
A mi me suele pasar, esto de que se me diluyan encantos.
Me pasó con la carrera que toda la vida quise hacer y ahora le tengo que poner muchísima garra. Me pasó con mis tipos. Me pasó con quienes querían ser mis tipos, yo no quise, se cansaron y quise que sean mis tipos. Me ha pasado con vacaciones que planeé durante meses y terminé pasando quince días a cara de perro, moco tendido e ira a flor de piel. Me ha pasado con amigos de los que pensaba que jamás iba a poder prescindir.
No importa, que se diluyan los encantos. Busquemos nuevos. Yo busco arriba, y vos buscas abajo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Recorde a la Capurro, por supuesto.
Y reze para dentro que ojala sea yo tu mejor amoga.
te amo

Anónimo dijo...

chee, quiero el que lo nombra a Laport!!!
Subilo esta semana o te hueveo la casa...soy una tipa muy basica y decidida.

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